|
Nosotros inventamos el "aspirador"
En 1.898, en el Empire Music Hall de Londres,
se lleva a cabo la presentaci�n del �ltimo modelo de aparato de limpieza
de vagones: un artefacto que ven�a provisto de una caja met�lica que conten�a
una bolsa de aire comprimido. El primer aspirador proyectaba el aire sobre
una alfombra, alojando las part�culas de polvo en la caja. Sin embargo,
nada de esto ocurr�a. Entre los asistentes a la presentaci�n se hallaba
Herbert Cecil Booth, un joven ingl�s constructor de norias para parques
de atracciones (una de sus creaciones es la noria del Prater de Viena
que aparece en la pel�cula "El Tercer Hombre"). Cecil Booth se dio cuenta
de que lo que deb�a hacer esa m�quina era aspirar el aire y no expulsarlo.
As� fue como empez� a concebir la idea.
El primer aspirador fue la propia boca de Cecil Booth: "Hoy hice el
experimento de aspirar con mi propia boca el respaldo de una silla tapizada
en un restaurante de Victoria Street; el polvo me hizo toser estruendosamente,
pero consegu� aspirarlo". El secreto consist�a en encontrar alg�n tejido
resistente para que fuera usado como filtro, cosa que encontr� en 1.901.
Fue entonces cuando patent� su invento: el famoso "Puffing Billy", el
primer aspirador. |
|
|
|
|
|
Cecil Booth viajaba por los pueblos cercanos
con su invento, un pesado y gran armatoste que deb�a ser manejado al menos
por dos personas. Iba puerta por puerta ofreciendo sus servicios y tomado
por loco muchas veces. Cuando alguien le dejaba que lo probase en su casa,
desenrollaba una larga manguera que llevaba consigo y la introduc�a por
la ventana para poder utilizar el grande y pesado aspirador.
Se encargaba de aspirar los suelos de teatros, hoteles y otros locales
p�blicos. Pero su primer gran encargo fue limpiar la alfombra de la abad�a
de Westminster, alfombra que pisar�a Eduardo VII en la ceremonia de su
coronaci�n, en 1.901. Durante la Primera Guerra Mundial se le encarg� tambi�n
que llevara quince de sus aspiradores al Crystal Palace de Londres, en
donde yac�an cientos de enfermos de tifus exantem�tico, atribuido al polvo
en suspensi�n. Se trabaj� d�a y noche aspirando suelos, escaleras y paredes,
e incluso las vigas del edificio. Treinta y seis camiones de polvo consiguieron
acabar con la epidemia, cosa que dio un gran reconocimiento p�blico al
nuevo invento y a partir de aqu� pas� a ser mejor considerado.
A partir de entonces se han producido numerosas innovaciones.
Hoy
en d�a el aspirador tiene muchos usos, tanto dom�sticos como industriales.
|
|